En ocasiones hemos hablado de las aplicaciones de las cortinas acústicas en diferentes ámbitos, en esta ocasión dirigimos las miradas a esos centros de meditación.
En un año de pandemia donde el estrés por el ruido y las prisas ha pasado a un segundo plano, tenemos por delante un problema muy generalizado provocado por el sedentarismo y la falta de movimiento en ocio. De ahí que las personas sufran un estrés mental y apatía que desemboca en depresiones y alteraciones neurológicas.
Para mitigar y ayudar a estas personas muchos centros de psicología han adaptado sus despachos con habitaciones destinadas a trabajar la relajación y para ello aislarse en un entorno sin ruidos.
El Mindfulness es una práctica que busca lugares libres de ruido para sentirnos bien, sin distracciones. Siempre que vayamos a una sesión de meditación deberemos apagar los móviles, alarmas, aparatos eléctricos y desactivar los routers que emiten ondas wifi.
En el caso de utilizar una música como ayuda para relajarnos, utilizaremos una música relajante y cíclica. En cuanto a la ambientación lumínica se recomienda una penumbra que puede conseguirse fácilmente con cortinas acústicas opacas.
Estas cortinas ayudarán también a reducir el ruido que proviene de la calle, un factor fundamental para poder relajarnos en un entorno plácido y tranquilo, libre de ruidos molestos.
El ambiente de una habitación para la práctica del mindfulness debe ser totalmente aséptico en cuanto a mobiliario, es decir, conviene tener un espacio completamente vacío para no tener distracciones durante la concentración. Ello puede tener un inconveniente, el vacío de una habitación produce eco o reverberación ante los sonidos.
Para evitar este eco las cortinas acústicas que vemos en las ventanas también pueden hacer actuar sobre las paredes con absorbente acústico reduciendo las reflexiones y por consiguiente ayudando a crear si cabe un entorno armonioso.
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