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Lo que diferencia las ondas sonoras de las electromagnéticas, es que éstas últimas pueden también propagarse por el espacio vacío, mientras que las primeras solo se mueven a través de un medio sólido, líquido o gaseoso, especialmente porque el sonido viaja más rápido cuanto más denso es el medio por el que lo hace. Tanto un tipo de onda como otro tiene sus efectos adversos en la salud de las personas, sobre todo a medida de que los núcleos urbanos se han ido industrializando y modernizando con las tecnologías y el progreso en general. En este sentido las ondas electromagnéticas han ido creciendo con la aparición de nuevos electrodomésticos y aparatos como los móviles, televisores, cocinas eléctricas, microondas, torres alta tensión, antenas de telefonía, wifi, etc…

Estas radiaciones artificiales suponen un problema para la salud de quienes están expuestos día a día, porque incide silenciosamente dejando una huella permanente en forma de trastorno y en ocasiones derivando en enfermedades crónicas. Los  campos electromagnéticos originados por la actividad humana se suman a los ya existentes en el propio planeta, por lo que podemos clasificar estas radiaciones, en función de su frecuencia, en ionizantes y no ionizantes. Las ionizantes son radiaciones de muy alta frecuencia, con capacidad para romper los enlaces entre las moléculas, y con efectos cancerígenos probados. Un ejemplo son los rayos X, (partículas alfa y beta o neutrones). Las ondas no ionizantes serían las emitidas por todos aquellos aparatos tecnológicos descritos anteriormente y en principio no suponen un peligro extremo, aunque sí es cierto que estamos cada vez más rodeados por las señales de radiofrecuencia, que son en definitiva a las que más expuestos estamos por el uso continuado de los móviles e internet. En este sentido determinadas asociaciones y entidades contra el cáncer han publicado en muchas ocasiones su inquietud y preocupación por los teléfonos móviles, argumentando que podrían incrementar el riesgo de desarrollar tumores en el cerebro o en algunas zonas de la cabeza y cuello. Aunque este tipo de ondas de baja frecuencia no tienen la fuerza de los rayos gamma, sí que hay que considerar que cuanto estamos haciendo uso de ellos, las ondas que emiten pueden ser mucho más dañinas, especialmente cuando nos lo ponemos pegado a la oreja para hablar.

Pero al mismo tiempo tenemos que lidiar con la contaminación acústica, aquella que sufrimos y que nos llega a través del oído y está claro que nos referimos al ruido, aquél sonido que percibimos y que está provocado principalmente por el tráfico rodado, los aviones cuando aterrizan cerca de una población, la maquinaria de una industria o el bullicio de la población en determinadas concentraciones. Este problema causa hipertensión y deficiencias auditivas que poco a poco hacen mella en la calidad de vida de las personas. Al mismo tiempo incluso cuando estamos en el interior de nuestro hogar podemos seguir percibiendo esos molestos ruidos a través de las ventanas. Una de las soluciones más directas y efectivas es la colocación de una cortina acústica que absorba parte del sonido y sirva de apantallamiento. Este tipo de cortinas se confeccionan en multicapas con un orden estratégico y pueden rendir desde los 7DB hasta los 30DB teniendo unos resultados excelentes.

En cambio la contaminación electromagnética es silenciosa pero puede llegar a dañar gravemente la salud de las personas ocasionando en determinadas circunstancias trastornos graves como migraña, astenia, mareos, problemas cardiopulmonares, leucemias y diversos tipos de cánceres, cambios hormonales, dermatitis, e incluso puede provocar artritis y deficiencias inmunológicas. Todo ello si se está expuesto a campos electromagnéticos ionizantes, es decir, aquellas ondas provenientes de rayos gamma o los llamados X. Corresponden a las radiaciones de mayor energía con una menor longitud de onda dentro del espectro electromagnético y pueden generar una energía suficiente y tan potente que pueden arrancar electrones de los átomos con los que interaccionan, es decir, producen ionizaciones en forma de radioactividad. Hoy día existen tejidos que gracias a su composición atenúan este tipo de radiaciones, confeccionándose en forma de cortinas anti-electromagnetismo. Hay que señalar que las radiaciones gamma son las que mayor alcance tienen, pudiendo recorrer cientos de metros si no se detienen mediante una barrera de plomo o cemento grueso.

Está claro que la contaminación electromagnética de muy alta frecuencia y onda corta se expone en determinados espacios y lugares, como por ejemplo aquellos aparatos de rayos x, resonancia magnética nuclear o tac, aunque sí es cierto que estos equipos de diagnóstico están regulados para que emitan una radiación justa a lo que el cuerpo humano puede admitir. Por ello cuando los pacientes en un hospital tienen que someterse a una de estas pruebas, se les cubren algunas partes de su cuerpo con un chaleco o bata  que lo aísle de estas radiaciones, así se evita una sobreexposición. De hecho no es recomendable que el cuerpo humano esté sometido a repetidas pruebas de este tipo, los médicos lo desaconsejan, solo se recomiendan las estrictamente necesarias en un determinado tiempo. Pero en términos de hábitos cotidianos, estamos expuestos a una continua radiación o emisión de electromagnetismo por los diferentes aparatos tecnológicos comentados anteriormente. Este tipo de radiación artificial de menor frecuencia que la gamma o los rayos X producen una hipersensibilidad en determinadas personas, por ello hay empresas que fabrican cortinas especiales con tejidos que disminuyen la intensidad de este tipo de radiaciones perjudiciales para la salud.

En ciudades como Valencia y otras tantas aún no existe una regulación que permita controlar las emisiones por ondas electromagnéticas. Solo se tiene constancia de algunas asociaciones que han tomado la iniciativa recogiendo firmas para ver si se consigue un compromiso por parte de las autoridades municipales y de gobierno a la hora de regular los tipos de antenas emisoras de radiofrecuencia, wifi y estaciones eléctricas que son las que más daño pueden ocasionar a personas vulnerables.

Valencia capital que en el año 2003 presentaba uno de los niveles de contaminación acústica de los más elevados de toda Europa según la OMS, ha conseguido rebajar en los últimos años notablemente dichos niveles, gracias al control que llevan las autoridades con la creación del Mapa de Ruido. Con las mediciones oportunas la ciudad de Valencia han podido determinar mejor las acciones pertinentes para mejorar dicha situación, entre las que se encuentran:

  1. Aplicación de asfalto fonoabsorbente
  2. Zonas 30
  3. Coordinación semafórica
  4. Mejora de itinerarios peatonales
  5. Reordenación de tráfico y aparcamientos
  6. Mejora de infraestructuras ciclistas
  7. Mejora del transporte público
  8. Fomento del uso de la bicicleta
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