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Desde que se inventó el cine el sonido siempre ha ido por detrás de la imagen en cuanto a evolución, por ello conocemos el cine mudo desde sus inicios hasta que poco a poco se fue profundizando en técnicas que incorporaban la banda sonora impresionando cada vez más al público. Con el tiempo las salas de cine fueron mejorando también en cuanto al acondicionamiento acústico, desarrollando técnicas destinadas a corregir y adecuar el campo sonoro en su interior.

Para adecuar una sala acústicamente existen dos formas de proceder:

– Acondicionamiento primario:

Se aplica durante la fase de diseño, previo a la construcción de la sala. Con los programas de simulación es posible el análisis de la repercusión de utilizar distintos materiales, su colocación, la geometría o el volumen de la sala para adaptarla a los requisitos acústicos óptimos.

– Acondicionamiento secundario:

Se aplica una vez haya sido construida la sala. Se utiliza para corregir deficiencias de la misma mediante la aplicación de materiales acondicionadores tales como: absorbentes, difusores, reflectores, cortinas o resonadores.

En este acondicionamiento un factor determinante es la absorción, manejando tres variables básicas que van a influir finalmente en la capacidad de los materiales para diluir la energía mecánica sonora.

La absorción según el espesor del material; mientras más espesor tenga un material, la absorción aumenta más, ya que las ondas sonoras permanecerán más tiempo en su interior, disipándose más la energía.

La absorción según la densidad del material; mientras más densidad tenga un material, la absorción será mayor, aunque existe un valor promedio donde el poder de absorción de un material pierde eficacia y pasando éste al umbral de pantalla o aislamiento. Estos valores se comprenden entre los 40 y 70 Kg/m3, siendo no recomendable superar los 100 kg/m3.

La absorción según la porosidad del material; a medida que el material disponga en su interior de una composición porosa, la absorción será mayor. La porosidad de un material lo va a marcar la cantidad de alveolos o pequeños huecos de aire en su interior. Hecha esta aclaración de conceptos previos, hay que tener en cuenta que en recintos muy grandes la complejidad crece teniéndose que tomar especial atención en los tiempos de reverberación, para ello hay que adaptar los distintos materiales. En esta adaptación las cortinas acústicas son un recurso adicional flexible que compensa los posibles defectos de los materiales constructivos fijos y a la vez se integran decorativamente hablando muy bien.

Pero independientemente del uso de determinadas cortinas u otros sistemas acústicos, para conseguir que una sala quede bien insonorizada hay que tener en cuenta la disposición de estos materiales:

– Colocar materiales absorbentes en las superficies conflictivas. Debe ser un porcentaje menor al 10% el área tratada para que no reduzca el tiempo de reverberación y la sonoridad.

– Colocar las superficies en otra posición, o si no es posible, manipular la superficie creando otros ángulos de reflexión para que las reflexiones vayan a zonas menos problemáticas.

– Superponer elementos convexos a las superficies generadoras del eco. En caso de que dicha superficie sea reflectora, el radio de la curva deberá superar los 5 m, sino funcionarán como difusores.

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