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En el día a día todos llevamos una capa de ruido superficial permanente que va aumentando a medida que socializamos, cuando acudimos al trabajo o nos exponemos al trajín del tráfico. Pero esta capa puede ser en algunas personas muy gruesa, imposibilitando que puedan relajarse y evitar el tan temido estrés  causante de enfermedades.

El ruido puede ser causante no solo de daños físicos como consecuencia del estrés, también a nivel mental nos distrae y nos aparta de lo esencial, dejándonos desprovisto de nuestro ser y de la libertad de nuestra consciencia.

Debajo del ruido superficial y reminiscente que siempre llevamos a cuesta está esa capa de silencio, como un océano infinito al que la mayoría no pueden llegar sin una bombona de oxígeno y es que literalmente nos falta aire para acabar el día.

Eliminar el ruido superficial no es fácil, pero no imposible, es sin duda una dolencia que deberíamos curar para poder ver con mayor claridad lo que tenemos por delante, porque la mayoría de las personas atendemos a las chucherías que nos vende la sociedad consumista en la que vivimos, demasiadas distracciones !!. Quitarnos capas o ponerlas como una cortina acústica es lo que deberían enseñarnos, aunque controlar y dominar los distintos estados de ánimos no es sencillo.

A veces la fuerza de voluntad y la paciencia es casi siempre el primer pilar sobre el que se sustenta y precede a un esfuerzo de concentración, en el caso que nos ocupa llegar a abstraerse del ruido para bajar la tensión y sumergirse en esa paz interior que tanto necesitamos es la forma en la que deberíamos afrontar el día, para sacar el máximo rendimiento.

Hoy en día predicamos mucho sobre los valores humanos, valores como la honestidad, la generosidad, la amistad, la tolerancia, el respeto, la bondad, etc…, a veces distorsionados por las inmediatez de las redes sociales o los chats rápidos a los que estamos enganchados a golpe de un click que no pasan de un simple emoticono.

Pero nos olvidamos a veces de uno muy importante, el silencio, la sopa tranquila sobre la que tenemos que reposar las ideas. El lugar y el contrapunto al ruido de las palabras dañinas que nos perturban, porque como diría (M. Ruiz; 1997), «Sé impecable con tus palabras», pues ellas tienen una carga informativa importante y están llenas de significado capaces de cambiar cualquier estado de ánimo.

Malgastar tu energía vital en pensamientos agresivos, críticas en redes sociales o reuniones no es nada virtuoso, al final lo único que consigues es crear una personalidad negativa de tí mismo, porque en lo que piensas (y lo que dices, es decir, lo que declaras) es en lo que te conviertes.

Entonces a pesar de estar rodeados de tanto ruido y de tener siempre esa reminiscencia mínima incluso cuando creemos que estamos más tranquilos, ¿cómo podemos sumergirnos en esa paz tan beneficiosa?. Realmente tenemos que aprender a controlar o modular más bien la tensión del esfuerzo sin que afecte a nuestra salud.

Hacernos preguntas antes de precipitarnos en respuestas equivocadas es una de las capas de nuestra cortina acústica virtual que debemos poner en práctica como recurso psicológico.

Llegar a ese sustrato inferior donde el ruido casi desaparece es llegar a una infinitud de sabiduría, de bienestar, calma y quizás de verdad.

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